el reloj anda enloquecido, y la cama chilla... chilla como nunca
sentada en el suelo mirando hacia el techo con los pies mojados
y la cabeza sudada, de entre mis uñas quito los restos de carne animal
de sangre de encías, de drogas oscuras y flujo de lenguas.
Amontono todos los libros, tratando de armarme una escalera hacia el cielo,
durmiendo a ratos... en la soledad vuelvo a esta dama que herida me calma.
Pastillas, gritos, aguas.
regalame una escalera al cielo, o arranca mi cuerpo de este infierno
rascame el pelo, quita de mi espalda este llanto ancestral
o cortame las manos, arrancame los dedos, mejor llévate mi voz...